El cartel
La disidencia nace siempre en la minoría y es una de las claves para comprender la evolución de las sociedades.
Cuando prospera, cada generación presenta un mayor número de individuos disidentes, de modo que lo que fue minoritario va adquiriendo más y más presencia en el entorno social. En algunos casos, acaba sustituyendo al orden establecido.
Las sociedades más igualitarias y avanzadas no castigan la disidencia, sino que la incorporan a sus rutinas y la aprovechan para evolucionar. Así, las vanguardias, el feminismo, el ecologismo o los derechos humanos empezaron siendo apenas un deseo utópico en la mente de un puñado de personas. Hoy son corrientes de transformación que, aunque no exentas de tropiezos y accidentes, nos acercan a modelos sociales más justos y complejos.
Esos brotes que crecen entre las rendijas de cualquier asfalto son un buen ejemplo de la tenacidad de las disidencias. Un aviso de que nuestras infraestructuras siempre son efímeras, de que hasta en el terreno más yermo puede crecer, hermosa y solitaria, una brizna de hierba.